Es un gato negro, una pantera en miniatura, o no tan miniatura...
Su mote es "ENANO" (6 kilos del vellón pesa el tío...pero bueno...yo no pongo los motes...); por lo visto el mote es porque de edad es el más pequeñito (dos años,casi tres) y cuando llegó a casa de Jose era minúsculo comparado con las otras dos. De pequeñito también le llamaban VELCRO porque lo único que quería era agarrarse con sus uñitas a quien le cogía, para que le dieran mimos, y no se soltaba (más que velcro garrapata,, pero vamos no quiero meter cizaña, que no está el horno pa bollos y cada vez que me mezclan con los demás gatos me acaban encerrando porque me porto mal con ellos...).
Bueno ya os seguiré hablando de él, pero antes voy a transcribir un texto que Jose escribió sobre Tao una vez que le adoptó, y en otro post ya seguiré contando la historia de mi amigo negro:
"El 28 de septiembre de 2008, Elena me escribió por el messenger para decirme que se había encontrado un cachorrito de gato, muy pequeño y en muy mal estado, tirado en las escaleras de un generador de emergencias. La madre del cachorro, presumiblemente, se había desentendido de él al verle enfermo, y estaba solo, llorando desesperado. No pudo dejarlo ahí, y lo recogió. Era domingo y ella se iba a Valencia al día siguiente. No se lo podía llevar, así que me pidió que se lo cuidase unos días.
Yo, al principio, no mostré demasiado entusiasmo. De hecho no puse más que pegas. "¡ya tengo dos gatos! ¡no puedo tener más! ¡no me voy a quedar con él!", la dije. "Acoger, acoger" contestó "estoy hablando de acoger, sólo unos días". Bueno, vale. Acoger. Unos días. Puedo. Vinieron ella y Nuria por la noche en coche y le llevamos a un veterinario de 24 horas, donde le pusieron una inyección de antibiótico que tenía más sustancia que él mismo. ¡Pobrecillo! ¡que malito estaba! Tenía los ojos tan hinchados que pensamos que los iba a perder. No los podía ni abrir, eran dos llagas vivas. No pesaba ni cien gramos. Estaba en los huesos, a través de los cuatro pelos que tenía se le veía la piel, con los huesecillos del homóplato. Estaba lleno de mocos. No quería ni comer (le tuvimos que meter el contenido de las latas de pienso húmedo con una jeringa en la boca). Estaba tan deshidratado, que le cogías por el cogote y la piel se quedaba con la forma de tus dedos. Venía con bichos por dentro y por fuera... Y el pobre animalito, enfermo como estaba, lo único que sabía hacer era pedir cariño. Le llamamos Velcro por que en cuanto te acercabas (que ya tenía instinto el pobre, por que ni veía ni casi olía) se te agarraba con las uñacas, se te subía, y no te soltaba. Con todo lo que tenía, solo se calmaba cuando le cogías.
Al final, Velcro pasó una primera epoca en mi casa entre semana, y los fines de semana con Elena. Custodia compartida. Durante la primera semana, sobre todo, tuvimos miedo de que no saliese adelante. La veterinaria de abajo de mi casa, cuando se lo dejé en la mesa de metal, me dijo algo así como "no sé de dónde has sacado eso, pero no esperes que pase de esta noche". Pero la pasó. Esa noche y muchas más. Y poco a poco iba ganando peso, se le iban quitando los mocos, se iba poblando de pelo, e iba comiendo más y más. Cuando entraba en el baño a estar con él (por que durante un tiempo estuvo aislado de las gatunas), se me subía por la pernera del pantalón hasta el hombro, y se me quedaba ahí como si fuera el loro de John Long Silver (lo sigue haciendo, de hecho, aunque ahora sube de manera algo más civilizada). Recuerdo cuando me quedaba con él tumbado en la terraza al solecito, y él tumbado sobre mi. Y cuando empezó a estar bien, le buscamos adoptantes. Hablé con la Apap Alcalá, que siempre me ha dado mucha confianza y me han apoyado en estas cuestiones, para ver si nos podían ayudar a buscar; y lo pusimos en adopción a través suya. Salieron algunos adoptantes, pero por unas y por otras, ninguno llegó a interesarse definitivamente por él. Habían pasado cerca de tres meses desde que Elena le había recogido.
Y claro, tres meses son tres meses. Yo por el día le echaba colirio en los ojos, y él se subía por las noches a la cama para pegarme lametones en los párpados a mí. ¡Como rascaba! cuando le alejaba un poquito porque me hacía daño, se buscaba sus trucos para lijarme la frente con su lengüita. Cuando llegaba a casa era el primero de los tres en venir a saludarme. Ronroneaba con sólo tocarle. Ocurrió que era el gato más bueno y más cariñoso que he conocido nunca. En cualquier habitación en que me metiese, él iba detrás mío. Si me sentaba, se buscaba un hueco pegado a mi. Si me ponía a cocinar, se quedaba en la puerta a ver qué hacía. La pequeña torbellino se había enamorado de él también, y cuando no estaba detrás mío estaba detrás de ella (ahora no hacen más que zurrarse: están en plena adolescencia).
Finalmente, no podía ser de otra manera, hablé con la Apap, y les comenté que iba a adoptar al pequeñin yo mismo, así que hicimos los papeles, y definitivamente se quedó a mi lado.
Han pasado dos años desde que los dos estábamos tirados en la terraza echados al sol, y, aunque ya no es el cachorrito pegajoso que me seguía a todas partes, es un auténtico cielo. Algunas veces, si te agachas para acariciarle, él se aupa en las patas traseras para recibir tu mano. Todas las mañanas al despertarme se restriega contra mis piernas de camino a la cocina, mientras le tiembla el rabo. Me sigue por toda la casa mientras desayuno y me ducho; y no me deja irme sin que juegue con él un rato (de hecho se tumba frente a la puerta haciendo de piquete cuando me ve que salir con prisa y me voy sin hacerle alguna cucamona). Si me tumbo en la cama se sube y me regala con sus ronroneos y cabezazos. Y algunas tardes del fin de semana le entra la locura y corre delante de mí por toda la casa, o se tira en el suelo para jugar conmigo y pegarme mordisquitos.
¿Qué hubiera sido de nosotros dos, si hubiese dicho a Elena que no le acogía? No lo sé, pero supongo que, ahora mismo, para ser completamente feliz, me hace falta tenerle cerca".
Bueno, pues éste es el precioso texto de Jose (ahora entiendo por qué se enfada tanto cuando me porto mal con Tao y le hago rabiar; es que quiere muchísimo a Tao!!!).
Os dejo alguna foto y algún video de Tao para que veais cómo llegó a la vida de Jose (la verdad s que mucho peor que yo, el pobre...aunque afortunadamente también dio negativo a inmunodeficiencia y leucemia):